Hacer una encuesta ha dejado de ser un problema, para convertirse en una solución a la hora de proyectar negocios, o emprendimientos que se refieran a mejorar una situación determinada. Porque los datos aportados a través de este estudio de observación, previamente diseñado, no sólo permite conocer a la población, según la naturaleza de la investigación, también podemos conocer específicamente sus gustos, ideas, hasta ser creadores de tendencias.
Se dice que es necesario todo tipo de gente para hacer un mundo, y desde esta perspectiva, hay un mundo también para cada persona. En ese sentido, es importante tener en cuenta el contexto donde se realiza, que la persona esté cómoda y a gusto; la encuesta es un servicio si se la utiliza con la responsabilidad y el compromiso adecuados. Asimismo es necesario ser constante en la tarea, realizarlas periódicamente, generar una confianza en el público que deriva en posicionar la marca de las empresas que demuestran el esfuerzo y dedicación al llevarlas a cabo.
Por eso la encuesta no se basa únicamente en una relación instrumental: porque no son los números lo que “importa” sino la capacidad de lectura de los resultados, exprimir a fondo las respuestas y poder mejorar los aspectos que la gente está esperando.
Sabemos también que las encuestas no hacen magia. Aquello que no ofrecemos tanto como los aspectos negativos desde nuestro lado no serán bien recibidos, y la encuesta dará cuenta de eso a través de una imagen que debemos mejorar.
Vivimos en una época de marcas, perfiles, de importación de datos e información que ofrece, a través de la potencialidad de la red social, un panorama aún más óptimo para conocer las necesidades y deseos del público, es decir, estamos en un momento ideal para para poner a prueba la creatividad. O seguimos buscando que algo cambie haciendo lo mismo de siempre, o nos animamos al cambio, y a ofrecer lo mejor que tenemos.